Macear enérgicamente el pejepalo con un mazo de madera y
ponerlo luego a remojar en agua, durante dos días, a ser posible bajo agua
corriente.
Sin estas dos operaciones preliminares el pescado no
llegaría a cocerse ni siquiera con una prolongada permanencia en el fuego.
Se escurre luego, se le quitan la piel y las espinas y se corta
en pedacitos que se dejan marinar con un vaso de aceite de oliva, sal y
pimienta durante unas dos horas.
Transcurrido este tiempo se traslada el bacalao con todo su
condimento a una cazuela llana y ancha y se le añaden los tomates (sin piel ni
semillas), las cebolitas y el ajo, todo cortado en rodajas delgadas.
Se pone la cazuela al fuego y se hace cocer moderadamente
durante unas dos horas, añadiendo de vez en cuando algunas cucharadas de vino
tinto hasta el total de una copa.
Sírvase cuando ya no quede jugo.