Elíjase la parte central del solomillo y córtese en turnedós
de 2 cm
de grosor, atándolos con un hilo grueso e incoloro para que no pierdan su forma
durante la cocción.
Se ponen en una cazuela con tres cucharadas de aceite y 25 g de mantequilla ya
caliente.
Se doran por ambas partes, se añaden el perejil y la
cebollita picados y se rocían primero con el jugo del medio limón y luego con
la nata. Se sazonan con pimienta, se les da la vuelta a los turnedós y se
cuecen a fuego moderado durante veinte minutos, hasta que el jugo se haya
reducido a la mitad.